jueves, 28 de febrero de 2013

Un balcón sobre el Esla - Breve historia de la Villa de Castrogonzalo (Zamora)


Panorámica de Castrogonzalo en 1990

Los valles de los ríos Esla y Cea fueron desde los tiempos más remotos objeto de un  poblamiento continuado que se tradujo en el desarrollo de una gran diversidad de culturas. Existen multitud de yacimientos arqueológicos en la comarca que ponen de manifiesto la importancia y variedad de los pueblos que se asentaron en el territorio aprovechando las favorables condiciones físicas. En este sentido, es conocido que los cerros o tesos formados como consecuencia de la acción de la erosión fluvial sobre las plataformas sedimentarias del Terciario dieron lugar a su aprovechamiento humano desde la antigüedad, con la aparición de poblados fortificados conocidos entre los historiadores con el nombre genérico de castros.

La mayor parte de estos asentamientos disponían, por sus características físicas, de buenas defensas naturales y estaban habitualmente próximos a los ríos, con un claro interés estratégico y defensivo. En este sector medio del valle del Esla han sido objeto de la atención de los especialistas yacimientos tan importantes como los de Benavente, situado en la parte alta de la ciudad, en los llamados Cuestos de la Estación; en Castropepe, Barcial del Barco y Bretó, junto al río Esla; y en la Dehesa de Morales de las Cuevas (Fuentes de Ropel).

En el caso de Castrogonzalo, el asentamiento se localiza en la parte superior del cerro de El Castillo o El Gurugú, donde se han recogido fundamentalmente materiales cerámicos correspondientes a la Edad del Hierro, aunque con evidencias de reocupaciones posteriores de época medieval. En cualquier caso, el poblado, de considerables dimensiones, debía estar defendido naturalmente por su parte occidental por el brusco talud que se abre sobre el río, mientras que el resto de los sectores, con una pendiente mucho más suave, obligaría a crear defensas terreras artificiales. El río Esla fue, además, el límite divisorio tradicional entre los dos grandes pueblos indígenas asentados en la comarca, los astures al occidente y los vaceos al oriente.

La romanización también afectó profundamente a la comarca, especialmente en aquellos núcleos de población relacionados con la Vía de la Plata, que unía Emerita Augusta (Mérida) con Asturica Augusta (Astorga). Mucho se ha escrito sobre el posible trazado de la calzada romana a su paso por nuestra región, así como sobre la ubicación de la mansión o ciudad de Brigaecium o Brigecio. A pesar de la identificación que se ha hecho tradicionalmente entre Brigaecium y Benavente, ningún yacimiento romano significativo en esta ciudad ha podido arropar tal hipótesis. Por el contrario, existen bastantes opiniones autorizadas que sitúan esta ciudad romana en el importante yacimiento de Morales de las Cuevas, en el término municipal de Fuentes de Ropel.

Los materiales arqueológicos localizados en este lugar, por su cantidad y su calidad, indican que se trató de una población de cierta entidad, con un período de ocupación muy amplio que abarca desde la Prehistoria hasta la Edad Media. Por su parte, en el término actual de Castrogonzalo hay también constancia de ocupación correspondiente a época romana. Concretamente en los pagos de Los Cenizales y Los Paradores. Aunque muy probablemente también deben estar relacionados de una forma u otra con el yacimiento de Morales. En Los Paradores, además, la excavación arqueológica del yacimiento con ocasión de las obras de construcción de la autovía Madrid-Coruña, puso de manifiesto un asentamiento prehistórico anterior, del período Calcolítico.

Al margen de anteriores ocupaciones correspondientes a la Prehistoria y la Romanización, el origen del actual núcleo de población de Castrogonzalo remite al proceso de colonización altomedieval, concretamente a finales del siglo IX y principios del siglo X. Tras la victoria cristiana de la batalla de Polvoraria o Polvorosa (878), junto al río Órbigo, una vez alcanzada y consolidada la línea fronteriza del río Duero, la monarquía asturleonesa emprende una ambiciosa empresa de repoblación y puesta en cultivo del espacio, con la participación tanto de la iniciativa pública como privada.

Es en este momento cuando en varios diplomas leoneses comenzamos a encontrar menciones a Castrum Gundisalvo Iben Muza. Esta denominación parece indicar que la repoblación de este lugar se realizó con la participación de algún contingente de población mozárabe, bajo la supervisión o dirección de un tal Gonzalo, hijo de Muza, del que apenas conocemos otros pormenores, pero que debió desempeñar algún tipo de función política o militar. Los nuevos pobladores y sus descendientes se asentaron en torno al antiguo castro prehistórico, tal vez reaprovechando la infraestructura defensiva de épocas pretéritas. De esta forma, el nuevo castro pasó a ser el centro de un territorio, en el que existirían varias aldeas o núcleos de población menores dependientes. Así pues, en el nuevo asentamiento se conciliaba una doble función defensiva y política, uniéndose de esta manera a otro conjunto de emplazamientos de similar denominación y características (Castropepe, Castrotorafe, Castrofroila, etc.) que formaban la red defensiva y administrativa del territorio.

A partir de la segunda mitad del siglo XII Castrogonzalo se vincula al concejo de Benavente, pues su territorio queda englobado dentro del alfoz concejil, formando parte de la denominada Merindad de Allende el Río. No obstante, la existencia de un castillo o enclave fortificado hizo que mantuviera en el aspecto militar una cierta independencia, pues la figura de su tenente se menciona en los documentos como una responsabilidad destacada en el organigrama del reino leonés.

La separación política de León y Castilla a la muerte de Alfonso VII en 1157, hizo que las plazas militares más o menos próximas a la difusa línea fronteriza entre ambos reinos adquirieran un gran interés para ambas monarquías. De esta forma Castrogonzalo se vio involucrado directamente en los enfrentamientos derivados de la guerra entre Alfonso IX de León y Alfonso VIII de Castilla. Igualmente su castillo pasó a ser moneda de cambio en los tratados de paz y en las negociaciones políticas. Es el caso de la carta de arras de la reina Berenguela, esposa de Alfonso IX e hija del rey castellano, en la que se entregaban 30 castillos en 1199, entre ellos el de Castrogonzalo.

La historia de la localidad en los siglos XIII, XIV y XV está marcada por el papel desempeñado por el puente sobre el río Esla. Durante el siglo XIII Alfonso IX ofreció una especial protección a este paso estratégico del Esla, llegando incluso a otorgar una feria franca en el año 1222, coincidiendo con la festividad de Santa Marina. Posteriormente el puente pasó a  incorporarse a los bienes de propios del concejo de Benavente, que tuvo que ocuparse con frecuencia de su reconstrucción, reparación o restauración.

Tras la llegada de los Pimentel, de origen portugués, al señorío de la villa de Benavente en 1398, Castrogonzalo pasó a convertirse en un enclave destacado del condado, tal y como se pone de manifiesto en los libros de contaduría de la familia. Precisamente en uno de ellos, correspondiente al VI conde, Antonio Pimentel, hay una anotación posterior que da cuenta de la adquisición por nuestra localidad del título de villa en el año 1781, según real célula, con el consentimiento de los condes de Benavente, celosos de que tal dignidad no supusiera una merma en sus derechos o rentas.

Los acontecimientos relacionados con la Guerra de la Independencia son, sin duda, otro de los momentos culminantes en la dilatada historia de Castrogonzalo. El paso del ejército francés por la localidad provocó un grave deterioro en su patrimonio histórico-artístico. Las dos iglesias del pueblo fueron prácticamente saqueadas y afectadas gravemente en su estructura. Se produjo también el allanamiento de varias casas y el puente sobre el Esla fue, en parte,  destruido; si bien esta última acción no es achacable a las tropas francesas, sino a las inglesas que intentaban frenar el avance de Napoleón. El momento álgido de estos acontecimientos tuvo lugar a finales de diciembre de 1808 con la llegada del propio Emperador, que pasó al menos una noche en el pueblo.

El 30 de diciembre de 1808 se produjo un choque violento de caballería en el prado de Santa Marina, entre la vanguardia del ejército de Napoleón y la retaguardia inglesa. Los ingleses habían volado el día anterior varios ojos del puente de Castrogonzalo con la intención de evitar, o al menos dificultar el avance francés. El río Esla venía muy crecido por estas fechas, cosa muy habitual en invierno, que en esta zona llega a inundar gran parte de la vega que separa Castrogonzalo y Benavente. Pero los franceses, no sin cierta dificultad, vadearon el río y obligaron a los ingleses a retirarse momentáneamente. Pronto se produjo el encuentro de ambos contingentes.

Parece ser, según los cronistas, que a pesar de la aplastante superioridad numérica francesa, los ingleses consiguieron rechazar el ataque. Los franceses en su retirada intentaron cruzar de nuevo el río, pero en la empresa murieron ahogados algunos soldados y otros fueron hechos prisioneros, entre ellos el general Lefebvre. Napoleón llegó aquella misma tarde del día 30 sobre las tres y media a Castrogonzalo, y se alojó en la casa rectoral de la parroquia de San Miguel. Esta vivienda, situada en la plaza de La Laguna, fue derribada hace algunos años debido a su estado ruinoso, pero en la memoria colectiva de los vecinos todavía está presente la estancia en la cual había dormido el Emperador.